Bioenergética (para adultos)















La Bioenergética es una terapéutica que estudia la personalidad a partir de los procesos energéticos
del cuerpo. Partimos de la base de que mente y cuerpo son una unidad funcional, es decir, que lo que sucede en la mente sucede también en el cuerpo y viseversa. Pensamiento y emoción se influyen mutuamente. Las tensiones corporales, la postura, la voz y el movimiento reflejan el estado psíquico de la persona. Esta terapéutica, por lo tanto, combina el trabajo corporal con la comunicación verbal. Toma muchos descubrimientos del psicoanálisis, como lógicamente el hecho de que el cuerpo es simbólico y está atravesado por el lenguaje, pero a diferencia de una terapia psicoanalítica, que analiza el discurso del paciente, en bioenergética consideramos en primer plano el funcionamiento energético del cuerpo, es decir, la relación entre los mecanismos de carga y descarga que todo ser vivo experimenta.
Culturalmente (recordemos a Descartes) hemos aprendido que mente y cuerpo funcionan por separado, que el yo es como una entidad abstracta acompañada por un cuerpo que funciona cual máquina. Ya Freud, el "El yo y el ello" planteaba que el yo, instancia psíquica de la percepción, es corporal, y que no está separado del ello, lo que sería el mundo de las pulsiones, no solo personales sino también las heredadas filogenéticamente. Por eso él planteó que con el descubrimiento del inconsciente se generó la tercera herida narcisista de la humanidad. La primera es que no todo el universo gira al rededor nuestro (Copérnico), la segunda, que genéticamente somos parte de la evolución de las especies (Darwin), y la tercera, que no somos totalmente conscientes de nuestro comportamiento, sino que mucho de lo que sentimos, pensamos y hacemos está determinado por motivaciones que desconocemos. Ahora bien, desde la bioenergética creemos que el funcionamiento psíquico tiene su correlato en el cuerpo, o sea que los contenidos inconscientes se manifiestan en el cuerpo de varias maneras: tensiones musculares crónicas, es decir las que arrastramos desde la infancia y son desconocidas por la conciencia, que quedaron escindidas del yo y por eso la persona no las percibe; en limitaciones en la respiración, justamente por la contracción de la musculatura; en la no percepción de determinadas partes del cuerpo; en la sensación de vacío e inexistencia; en la incapacidad de llorar o reír, la falta de espontaneidad; el cansancio crónico, o la rigidez del carácter, entre otras señales.
Recuperar la energía vital es condición determinante para que las personas podamos hacerle frente a los problemas que se vayan presentando en la vida, sea cual sea su magnitud. Disponer de nuestra energía es fundamental para experimentar alegría y para establecer vínculos positivos con otras personas que se basen en el respeto y la valoración mutuas. Aprender a regular los mecanismos de carga y descarga de energía va a ayudarnos a vivir de un modo más placentero, pero para eso debemos animarnos a indagar qué se esconde en nuestro cuerpo, en esas tensiones y limitaciones que nos darán mucha información si nos acercamos con cuidado, comprensión y amor. Porque nuestro cuerpo guarda nuestra historia de vida. Y como vivimos y nos constituimos en vínculo, el trabajo de poner luz en esas zonas que quedaron escondidas pero no por eso menos poderosas, es en vínculo.
Desde esta perspectiva propongo un espacio para trabajar en grupo reducido los miércoles a partir del 19 de febrero (2020) 10 a 11.30 hs. Y sesiones individuales durante todo el año, en las que se podrán tratar problemáticas individuales más detalladamente.
  



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